jueves, 27 de noviembre de 2008

“Si se tiene que hundir el país para que se vayan, que se hunda”.

La frase la dijo uno en un foro y me quedó porque enseguida la relacioné con una actitud muy común en nosotros los argentinos. Me incluyo porque más de una vez, la furia me llevó a ese extremo. Bueno, no tanto…., pero casi.

Claro, si la dice un forista, no es tan grave después de todo, pero cuando uno analiza las “opiniones” de algunos periodistas, o ve que algunos políticos toman una posición o actúan en concordancia con esa frase, se nos pone la piel de River.

Y esto tiene que ver con una actitud claramente adolescente y perversa, donde hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para que al que le está yendo bien le vaya mal y así quedarnos con su poder. No importa si en esa misión de destruir al otro, el país se va al carajo. No importa si alguien debe morir, con tal de que su cadáver se lo podamos tirar a ellos, no importa si tenemos que pagarles a los pibes chorros para que asusten a los vecinos, asalten colectivos por una semana seguida o le peguen a los viejos. El asunto es que si necesitamos que en esa semana el país sea un caos y la gestión se vea empañada con algo jugoso y escandaloso, hagámoslo, total tenemos a los medios a nuestro favor.

Ojo no se asusten, es sólo una suposición y cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia, pero lo cierto es que hay actitudes que llevan a pensar que el interés personal está por encima de los intereses del país y lo lamentable es que mucha gente se adhiere a ese jueguito perverso, guiados por el sólo hecho de destruir a aquel con quien no simpatizan, sin importar cuáles sean los medios que lleven a concretarlo, porque total siempre está aquello de “yo, argentino”, “la verdad que no sabía que iba a pasar esto” o el clásico “volvé fulanito que te perdonamos”, después que estuvieron luchando para que se vaya. Cuánta hipocresía.

Apoyar hipótesis absurdas, adherir a reclamos de los cuáles ignoramos su esencia pero aportan a destruir al otro, darle valor a cosas que antes no tomábamos en cuenta y viceversa, todo ello en función de hacer daño, de destruir, de quitar apoyo, de minimizar, descalificar, desgastar, confundir, desviar la atención.

Y la verdad que no se trata de pensar distinto, porque estos adultos-adolescentes, no expresan sus pensamientos sino que actúan todo el tiempo como niños, diciendo no cuando esperamos que digan sí, y diciendo sí, cuando esperamos que digan no. Tampoco se trata de ideologías, porque lo que se critica no es un modelo de país, sino a las personas que conducen ese modelo. Van directamente al que les molesta o interfiere con sus planes. Perdieron la verguenza.

Por lo menos, antes había una discusión de ideas, de proyectos, de alternativas distintas para un mismo fin, ahora no. No importa si el país creció, si nos fuimos al diablo, si seguiremos creciendo. Lo único que importa es que esa gente se vaya.

Ahora lo contradictorio es escuchar hablar de democracia, al mismo tiempo que piden que se vayan, o más sutilmente, haciendo declaraciones o tomando actitudes claramente desestabilizadoras o repitiendo a cada rato “la presidenta si sigue así, no va a llegar a terminar su mandato”, agregando inmediatamente “y nosotros no queremos eso. Nosotros queremos ayudar a la presidenta, por eso le vamos a decir lo que tiene que hacer”. Que repugnante. Cuánta hipocresía.

O escuchar hablar a periodistas y políticos de que tal cosa es una “inmoralidad”, cuando vivieron adulando a gobiernos como el de Menem, o solidarizándose con gente que en otras épocas hubieran pedido que los molieran a palos, o pasándole alguna vieja factura a algún funcionario en medio de un tema que no tiene nada que ver con esa factura. Cuánta hipocresía.

¿Cuándo vamos a aprender a respetar las instituciones y los procesos?, ¿a entender que un gobierno no es un seleccionado de fútbol al cuál se lo puede presionar para que renuncie el técnico o para que luego de asumir, empecemos a decir “lo que tiene que hacer el gobierno…..”?. Lo que tiene que hacer el gobierno es lo que votó la gente y nada más. ¿Qué es eso de que un periodista anuncie “Hoy en nuestro programa, le vamos a decir al gobierno como tiene que resolver los problemas”. ¿Cuándo vamos a dejar de ser tan soberbios y tan irresponsables de tratar todas las cuestiones como si fueran una boludez y que nadie sabe nada, que si le va bien es de puro ojete y que si le va mal, nosotros ya lo habíamos anticipado?. Todo dicho desde el llano, por supuesto, porque cuando nos toca asumir la responsabilidad, entonces el discurso es al revés “no me dejan gobernar”, “así no se puede”, “encontramos las cosas peor de lo que nos imaginamos”, “tengan paciencia”. Cuánta hipocresía.

Somos unos pendejos, no hay ningún lugar a dudas. Nos impacientamos, no saboreamos el éxito, gozamos de los fracasos. Nos encanta hablar mal de nosotros mismos y sobre todo dar pena, quejarnos todo el tiempo y siempre, siempre el presente es nuestro peor momento. Atrás dejamos cuestiones como los desaparecidos, la guerra de Malvinas, el remate del Estado, los saqueos a los supermercados, el cierre de las fábricas, el corralito, los muertos por el que se vayan todos. Todo eso “no es nada comparado con el desastre que estamos viviendo”. Cuánta hipocresía.

¿Lo peor que nos puede pasar en el futuro?, no importa. ¿Los peores momentos vividos?, quién se acuerda. De lo único que parecieran estar seguros es de que hoy estamos viviendo el peor momento de nuestras vidas.

Cuánta hipocresía.

0 comentarios:

Publicar un comentario