Los argentinos tenemos que hacernos cargo de nuestro "patriotismo por cinco minutos", porque cuando ocurre algo bueno en nuestro país, lo festejamos durante cinco minutos y hacemos del protagonista del triunfo un semi-dios.
Después empezamos a desmerecer el hecho, comparándolo con fracasos anteriores y con todo aquello que falta por hacer y que hasta "hace cinco minutos" nunca se lo habíamos reclamado a nadie.
Después empezamos a hacer memoria sobre la biografía del protagonista (el semi-dios) y a revolver el pasado en busca de cualquier cosa que lo haga volver a la realidad, porque.... ¡que se cree al final!, ¡¿un semi-dios?!!!!. Y si no encontramos nada, lo inventamos, que para eso somos argentinos.
Finalmente, llegamos a la conclusión de que todo es una mierda y que a ese fulano, a ese soberbio que se cree Dios, hay que colgarlo.
Lleven esto a la política, al fútbol, o a donde quieran y van a terminar siempre dibujando el mismo caminito estúpido que nos trajo hasta acá.
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